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¿Qué ocurre en el cerebro cuando nos comunicamos?

¿Qué ocurre en el cerebro cuando nos comunicamos?

El doctor en Biología, Alberto Santolaria, nos explica qué ocurre en el cerebro cuando nos comunicamos. Afirma que “poseer plasticidad neuronal nos confirma también que podemos aprender a comunicarnos mejor a cualquier edad y en cualquier lengua”.

Una fría mirada, un flojo apretón de manos, una cálida sonrisa, un abrazo tendido hacia nosotros, un tono cordial de voz, una afirmación tajante, un argumento escueto o una larga explicación, son gestos no verbales que nos permiten intuir los pensamientos y las emociones de las personas con las que nos comunicamos aunque no nos lo cuenten con palabras.

Sin embargo, las interpretaciones intuitivas no siempre resultan ser claras. A veces nos parecen enigmáticas e incomprensibles. Incluso nuestras propias reacciones pueden desconcertarnos cuando nos sorprende una situación poco cotidiana.

Dejando a parte expresiones básicas universales que resultan claras para toda la especie humana, lo cierto es que muchos de nuestros gestos, movimientos y actitudes corporales suelen estar relacionadas con el ojo que ve, el oído que escucha, la emoción puntual que nos invade, nuestro carácter y el contexto cultural al que pertenecemos, por no hablar de los juicios y los prejuicios que muchas veces no nos dejan observar y reaccionar con objetividad.

Los últimos estudios neurocientíficos han permitido descifrar algunos de los procesos mentales que condicionan nuestras expresiones no verbales, e identificar el origen de nuestras acciones emocionales, motoras y cognitivas.

Uno de estos descubrimientos es que las conexiones neuronales que nos dan la posibilidad de intuir las expresiones de los demás y de escoger las nuestras, lejos de ser fijas han sido diseñadas para estar en permanente evolución. Y esto es así porque el cerebro nunca deja de aprender, “es plástico”, pero también “es automático”, por lo que resulta primordial alimentarlo bien, puesto que la información que llega al cerebro definirá automáticamente nuestras reacciones.

Ser conscientes de este hecho, puede ayudarnos en el futuro a mejorar las relaciones que establecemos con los demás, tanto personales como profesionales.

Poseer plasticidad neuronal nos confirma también que podemos aprender a comunicarnos mejor a cualquier edad y en cualquier lengua, así como corregir nuestros errores, potenciar nuestras habilidades y adaptarnos con mayor pericia al mundo que nos toque vivir, con sus maravillas y sus peligros.

Alberto Santolaria, doctor en Biología